Un avión, cuando está en las pistas del aeropuerto, se
sujeta al suelo porque la gravedad lo
empuja hacia abajo, mientras que la tierra ejerce de contra fuerza que
neutraliza a aquélla. Por tanto, para que el avión se eleve, debe recibir una fuerza mayor que la
gravitatoria. En principio, el aire parece demasiado
poco para lograrlo. Si agitamos nuestra mano, el aire apenas se nota. Pero, si
la sacamos por la ventanilla de un coche a ciento cincuenta kilómetros por
hora, todos estaremos de acuerdo en que el aire que notamos es mucho mayor. Por
tanto, a más velocidad Por tanto, está claro que la velocidad juega un
papel esencial y, cuanto más elevada sea, mayor empuje ejercerá el aire. Por
este motivo, la velocidad de la nave es más alta en el momento del despegué, mayor
fuerza ejerce el aire.
Por
otra parte, cuando el avión está parado, aparte de la gravedad y el suelo, no
existe presión añadida sobre las alas. Al tomar velocidad y en función de ésta,
la presión sobre el extradós sigue siendo la de la gravedad, pero sobre el intradós
la fuerza del aire aumenta, con
lo que el avión se eleva. Luego, jugando con la velocidad, la fuerza del aire
neutraliza la de la gravedad y el aparato se mantiene en el aire.
Además, y no menos importante, el aire que está sobre el ala, la succiona hacia arriba. Por tanto, la sustentación es la suma de las fuerzas generadas por el
aire que está por debajo y que depende de la velocidad y del que está por
encima que succiona el ala. Esta distribución de presiones se obtiene con el peculiar diseño del ala. Pero
la explicación de éste resulta
muy compleja, pues depende de su curvatura, de los timones que lleva, etc.
Facebook Victoria Maldonado
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